Capitulo 8.
Salí de mi habitación dirigiéndome a la cocina. Habíamos
quedado con todos en la biblioteca, aunque no iba a irme sin haber comido algo
antes. Por fin habíamos repuesto la nevera de comida. Agarré un trozo de la
tableta de chocolate y me senté esperando a que Pau bajara para irnos.
-Ya estoy Abie - me levanté de un salto al escuchar a Pau -
¿Y esa camiseta?
-Un regalo– sonreí ampliamente.
Pau me miró con cara de no entender, pero no dijo nada. La
biblioteca no quedaba a más de media hora andando, aunque preferimos coger el
bus. Era más rápido, cómodo y con el no nos perderíamos. Clara, Harry y Liam
estaban sentados en el borde de la fuente mientras los demás se dedicaban a
hacer piruetas y subir y bajar por las rampas. Me acerqué por detrás de Harry y le tapé los ojos.
-Gracias por el recuerdo – le susurré sonriendo para
sentarme luego a su lado mientras él me miraba algo sorprendido – Aunque me va
un poco grande.
-Quizás sea porque no es de tu talla – agarró la parte de
atrás de la camiseta mirando la etiqueta.
-¡Hey! – le di un golpe en la mano – Ahora es de mi
propiedad.
Harry rió.
-¿Desde cuando?
-Desde que el señor "soyelmássexydelmundoytodascaenamispies" se la dejó en mi sofá.
Harry volvió a reir mientas giraba la cabeza a seguir viendo como
Louis y Zayn se picaban entre ellos. Yo solo me quedé mirándole. Esos rizos
oscuros me tentaban agarrarlos en un puño, de verdad me apetecía hacerlo.
Suspiré y giré mi mirada hacia el mismo sitio que la de Harry. Zayn acababa de
hacer una pirueta hacia atrás bajando la rampa con la bici y nos había dejado a
todos boquiabiertos.
-Te acaba de matar, Louis – rió Niall mientras pasaba por su
lado con el skate.
-Lo dudo.
Louis echó al suelo su skate y se colocó al final de la
rampa, dándose impulso antes de tirarse por ella. Intentó hacer lo mismo que
Zayn, pero lo único que consiguió fue la risa de todos ante su “magnifico”
salto frenado con la cabeza en el suelo. Zayn se acercó a él tendiéndole una
mano.
-Te aconsejo que te retires – ayudó a levantarse a Louis – o
que intentes trucos más fáciles.
-Lo tuyo solo ha sido suerte – Louis cogió el skate y se
sentó a mi lado de mala gana – Solo eso.
Le miré con una ceja levantada a lo que él me respondió
sacándome la lengua. Simplemente me reí ante su gesto infantil.
*
Observé como Saul bostezaba. Me giré hacia el reloj
que había colocado en la cocina y vi que marcaba las 12:30.
-Saul, es hora de irte a dormir.
-Pero, no.. – bostezó de nuevo – ..no tengo sueño.
-Claro que si lo tienes – sonreí y lo cargué en mis brazos
encaminándome hacia su habitación.
-¿Y la historia? - dijo este con la cabeza apoyada en mi hombro.
-Mañana la acabamos,
Lo acosté en su cama y lo arropé. Organicé un poco el
desorden del suelo, quitando y poniendo muñecos en el baúl o en los armarios y
recogiendo las pinturas de cera y los dibujos esparcidos por la alfombra. Fui a
darle el beso de buenas noches mientras apagaba la luz pero, antes de poder marcharme,
me agarró de la mano haciéndome girar a mirarle.
-Mami, solo acaba de contarme este.
-Es tarde cariño.
Saul hizo un puchero a lo que yo reí y me senté al borde de
su cama agarrando el interruptor de su lámpara de mesa y encendiéndola.
Recorrí con la mirada su habitación por completo y me paré en el corcho en frente de la pequeña
mesa de estudio. Estaba decorado con estrellas y meteoritos, además de tener
todas las galaxias y planetas apuntados y dibujados, era una de sus grandes pasiones.
Siempre decía que de mayor sería el “hombre que mira al cielo”. Me acordé de el
día que le estaba contando a Saul antes de acostarle, ese día nosotros también
nos hicimos miradores de estrellas.
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